Un chico de 13 años emociona a la UCI de Vall d’Hebron con un concierto de violonchelo de dedicado a su padre, ingresado por COVID-19 grave, antes de limitar las visitas

El paciente, de 59 anys, hacía dos meses que no veía  sus hijos. El chico tocó piezas de Bach y la banda soora de Piratas del Caribe, entre otras. Una semana después de la visita, el padre pudo ser desconectado del dispositivo ECMO que le ayudaba a respirar.

22/07/2021

En la Unidad de Cuidados intensivos del Hospital Universitari Vall de Hebron se hace el silencio. Unos segundos después suena una suite de Johan Sebastian Bach. En directo. Y la banda sonora de Piratas del Caribe. Y el Cant dels Ocells de Pau Casals. Es un chico de 13 años tocando el violonchelo. Se llama Pau y estudia primer año en el Conservatorio de Badalona. Es sábado 10 de julio, todavía no se ha activado la fase 0 que limita las visitas como consecuencia de la quinta oleada de la COVID-19, y Pau hace dos meses que no ve su padre, a quien la reacción inlamatoria que acompaña al coronavirus ha llevado a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitari Vall d’Hebron. La Dra. Carolina Maldonado, adjunta del Servicio de Medicina Intensiva, ha dado permiso a Pau para visitar a su padre. Hace días que Pep está tristón, y Meritxell, su mujer, y la Dra. Carolina Maldonado, creen que una visita lo puede animar. Pero Meritxell ha ido más allá y ha propuesto al equipo médico si ve bien que  Pau lleve el violonchelo y toque una pieza de música. 

El refranero dice que la música cura el alma. También hay estudios científicos que demuestran, a través de técnicas de neuroimagen, que la música puede cambiar el cerebro a corto y largo plazo, y puede ayudar a tratar deficiencias motoras a pacientes que han sufrido un ictus o un accidente vascular. Pero lo que necesita Pep es recuperar la función de sus pulmones. Está conectado a un dispositivo de oxigenación extracorpórea (ECMO), una técnica muy invasiva que realiza las funciones respiratorias cuando los pulmones fallan: oxigena la sangre y elimina el dióxido de carbono. Es una terapia compleja que se reserva a los enfermos más graves con COVID-19 cuando el respirador no es suficiente, aproximadamente, un 2 por ciento de los pacientes. 

“La historia de Pep con la COVID-19 es de manual de un paciente grave”, explica la Dra. Carolina Maldonado. El pasado 2 de mayo una PCR confirmó que tenía el virus. Cuatro días más tarde, ingresó en el Hospital General de Cataluña, el 12 de mayo lo intubaron. Después de ocho sesiones de prono, ponerlo boca abajo para mejorar la oxigenación, no mejoraba. Tampoco con los tratamientos farmacológicos. “Estaba en una situación de hipoxemia refractaría y el equipo médico del Hospital General de Cataluña decidió dar un siguiente paso para intentar salvarlo: conectarlo a la terapia ECMO”, sigue con el relato la Dra. Carolina Maldonado. Pero esta técnica solo se hace en centros especializados, como Vall d’Hebron, porque requiere una intervención multidisciplinar de alto nivel que involucra especialidades de diferentes áreas. El 25 de mayo un equipo de ECMO lo trasladó a la UCI de Vall d’Hebron. 

En la UCI de Vall d’Hebron empezó a hacer fisioterapia a pesar de estar en coma inducido. El 13 de junio, lo pudieron despertar. Meritxell, la mujer de Pep, recuerda que “lo más duro de todo este proceso fueron los días que estuvo dormido”. Cuando lo despertaron, seguía conectado a la máquina ECMO, sus pulmones todavía no respondían. Pep empezó a ser consciente de la situación. “Estaba muy miopático, había perdido mucha fuerza muscular, y acababa de descrubrir que estaba conectado a una máquina para poder respirar”, comenta la Dra. Carolina Maldonado. “Pep tiene 59 años, era una persona muy deportista y sin patologías previas, y verse así fue un golpe”, apunta Meritxell. “Cuando lo Pep dio signos de mejora se planteó la posibilidad de que su hijo lo pudiera visitar y Meritxell nos propuso que Pau llevara el violonchelo”, recuerda la Dra. Carolina Maldonado. “Organizamos la visita con la supervisora de la UCI, la Pilar Giron, para el sábado 10 de julio”, explica. “No tengo palabras para explicar el momento del reencuentro. Fue muy emotivo. Acabamos llorando. Hacía dos meses que no se veían y podía ver al padre en unas condiciones con perspectiva de mejora”, añade. “El resto de pacientes despiertos preguntaban quién tocaba y cuando le explicábamos que era un niño de 13 años, no daban crédito. Su música fue un bálsamo para todos”, dice. 

“La visita del hijo animó a Pep, que vio que tenía un futuro”, explica Meritxell. Una semana después le pudieron retirar el apoyo ECMO y ahora está en el Hospital General de Cataluña recuperándose. Los pulmones de Pep han vuelto a funcionar. Por delante le queda un largo camino para recuperar la fuerza muscular, pero “ahora ya vemos la luz”, dice su mujer. 

Cuando salga no quiere grandes cosas. “Ir a un lugar tranquilo, andar y que me toque el aire en la cara”, explica a través de su mujer. “Durante el traslado de Vall d’Hebron al Hospital General de Cataluña vio la luna y le dio el aire durante tres minutos y fue reconfortante”, dice. “Parece increíble soñar con una cosa tan sencilla como sentir el contacto con el aire fresco”, reflexiona Meritxell en voz alta. “También quiere comerse un bikini y jamón salado del bueno”, acaba.

 

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