El Servicio de Psiquiatría de Vall d’Hebron cumple 25 años, en los que ha reinventado la atención a la salud mental y se ha consolidado como referente

En 25 años, la atención a la salud mental en el Hospital Universitario Vall d’Hebron ha dado un salto de siglo literal. Antes del año 2000 no disponía de Servicio de Psiquiatría y en este tiempo ha atendido más de 100.000 urgencias, 400.000 consultas ambulatorias y 19.000 hospitalizacions. Entonces, los casos que requerían atención psiquiátrica urgente se derivaban al IMPU (Instituto Municipal de Psiquiatría de Urgencias). Este centro, situado en la calle Germans Desvalls, entre los distritos de Horta y Nou Barris, tenía capacidad para ingresar a 90 pacientes agudos. Vall d’Hebron tampoco contaba con consultas externas ni con residentes en esta especialidad, y los pocos psiquiatras que trabajaban en el hospital atendían a los pacientes en el marco de la interconsulta hospitalaria. En el caso del Hospital Infantil, se atendían algunos ingresos por trastornos de la conducta alimentaria que se hospitalizaban junto a  otras patologías. Pero en el año 2000 el panorama cambia. Se reorganizan los servicios municipales de salud mental, las urgencias pasan a atenderse en un hospital y se crea el Servicio de Psiquiatría de Vall d’Hebron.

El cierre del IMPU y la consolidación del Hospital Universitario Vall d’Hebron como referente de psiquiatría en el distrito Norte forman parte de un cambio estructural. Se pasa de un modelo municipal comunitario con urgencias a un modelo combinado en el que los grandes hospitales asumen el tratamiento de la salud mental, con especialización, hospitalización y coordinación. Para crear el Servicio de Psiquiatría, Vall d’Hebron incorpora al doctor Miquel Casas, con trayectoria en el Hospital de Sant Pau. Le acompañan tres jóvenes que habían realizado la residencia con él: el doctor Josep Antoni Ramos-Quiroga, procedente de Sant Pau; el doctor Paco Collazos, del Gregorio Marañón, y Carlos Roncero, del Pere Mata. El equipo se completa con un grupo de profesionales multidisciplinar con enfermeras, psicólogos y trabajo social, entre los que se encuentra la actual supervisora del Servicio de Psiquiatría, Merche Rodríguez, y que cada año cuenta con cuatro médicos, dos enfermeros y tres psicólogos en formación. En 2025 se crea una Unidad Integrada de Psiquiatría de Adultos junto con el Hospital de San Rafael de las Hermanas Hospitalarias, una alianza que se ha intensificado a lo largo de estos 25 años.

El doctor Josep Antoni Ramos Quiroga, que asumió la jefatura de Psiquiatría en 2016, explica con sentido del humor que “en Vall d’Hebron los espacios se transforman, como la energía”. Las consultas se ubicaron en la Antigua Escuela de Enfermería y en el Hospital de Sant Rafael se abrieron 24 camas de hospitalización, que con los años se han ampliado hasta las 52 actuales. En 2005 se habilitaron dos boxes para urgencias psiquiátricas y, para ingresos de agudos que requieren estancias cortas, se facilitaron ocho camas en un ala de la planta de Enfermedades Infecciosas. “Entonces, algunos trastornos mentales se relacionaban con infecciones”, apunta Ramos Quiroga. En 2023, Vall d’Hebron pone en marcha la planta de hospitalización de Salud Mental para la Infancia y la Adolescencia con ocho camas, lo que permite atender en Barcelona a todos los niños y jóvenes que necesitan ingreso por un trastorno mental. En un momento en el que la salud mental interpela con fuerza a la sociedad, este dispositivo ofrece atención especializada las 24 horas del día, los siete días de la semana. “Garantizamos una atención de calidad en un entorno seguro y pensado para acompañar emocionalmente a los pacientes”, explica Merche Rodríguez. El espacio incorpora recursos innovadores como una zona de distensión emocional con realidad virtual inmersiva para trabajar la regulación emocional y el Espacio Azul, una sala de contención cero para favorecer la calma en situaciones de angustia y evitar la contención física. El equipo cuenta además con un servicio de hospitalización a domicilio para que los pacientes puedan ser atendidos en su entorno.

La depresión y la ansiedad, los trastornos más frecuentes

Aunque la depresión y la ansiedad siguen siendo el grueso de las patologías atendidas en Vall d’Hebron, el diagnóstico, el abordaje y, sobre todo, la percepción social de la salud mental han cambiado de forma radical. En 25 años, la salud mental ha vivido una profunda transformación en la manera de identificar, tratar y entender los trastornos. Las clasificaciones internacionales utilizadas por los profesionales se han actualizado con criterios más precisos y han permitido detectar problemas a edades más tempranas, en un contexto de mayor sensibilización social. “Grandes deportistas como Ricky Rubio, Andrés Iniesta o Simone Biles, y comunicadores como Andreu Buenafuente han roto tabúes sobre salud mental, visibilizando la depresión, la ansiedad o el burnout y normalizando la ayuda profesional”, destaca Merche Rodríguez.

El debate público ha contribuido a reducir el estigma. Las campañas de concienciación y la ampliación de recursos han situado la salud mental en el centro de la agenda sanitaria. La telemedicina y las aplicaciones de seguimiento facilitan el acceso a la atención, mientras que los avances en neurociencia profundizan en la comprensión de los circuitos cerebrales implicados. Un estudio reciente publicado en la revista Nature, en el que ha participado el grupo de Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) y del Cibersam, señala que 14 trastornos comparten variantes genéticas de riesgo y abre la puerta a repensar la clasificación de los trastornos. Existe parentesco genético entre el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH); entre la esquizofrenia y el trastorno bipolar, o entre la ansiedad, la depresión y el estrés postraumático.

La práctica clínica también ha evolucionado. Han aparecido antidepresivos y antipsicóticos con menos efectos adversos, se han consolidado las terapias psicológicas basadas en la evidencia y ha ganado peso un modelo de atención multidisciplinar que combina medicación, psicoterapia y apoyo comunitario. “Hoy contamos con terapias para tratar una depresión en una o dos semanas; mantenemos a raya la esquizofrenia con dos inyecciones al año y disponemos de herramientas de inteligencia artificial que permiten identificar patrones de riesgo de Alzheimer o depresión a partir de la voz en una entrevista de tres minutos”, señala Ramos Quiroga.

Un equipo multidisciplinar de 130 personas

De los cuatro psiquiatras que iniciaron el servicio en 2001 se ha pasado a un equipo multidisciplinar de 130 profesionales, con un grupo de investigación activo desde 2005 que suma más de 500 publicaciones científicas y es el cuarto más prolífico del Cibersam, la red colaborativa estatal creada por el Instituto Carlos III. Entre los hitos del servicio, Ramos Quiroga destaca el abordaje pionero de la patología dual, que integra adicciones y trastornos mentales, o el despliegue del programa de psiquiatría transcultural. “Nuestros inicios coincidieron con la llegada de una importante ola migratoria, sobre todo de África y América Latina, lo que nos obligó a entender que, aunque compartan la misma base, los trastornos mentales se expresan de forma diferente”, explica. En personas de origen marroquí con depresión, el cansancio extremo puede sustituir a la tristeza, y las redes de tráfico pueden utilizar rituales simbólicos para reforzar el control psicológico sobre las mujeres. “Si no entiendes este marco cultural, no puedes hacer un buen diagnóstico ni un buen acompañamiento”, subraya. En este periodo, la enfermería también se ha especializado. “El servicio dispone de enfermería de interconsulta en salud mental, profesionales con formación específica, enfermeras de investigación del VHIR, docencia universitaria e inicio de proyectos de doctorado”, señala Merche Rodríguez.

Ramos Quiroga apunta también que muchos trastornos mentales funcionan de forma similar a algunas enfermedades autoinmunes, en las que influye el componente inflamatorio y que se tratan con inmunomoduladores. Destaca asimismo los programas de prevención en marcha, como los de prevención del suicidio. Aunque existen factores genéticos que predisponen a los trastornos mentales, el entorno vital, una agresión sexual, el bullying o el abuso de tóxicos dejan una huella en el cerebro que puede aumentar el riesgo de peor salud mental. “Estamos viendo que la adolescencia es la franja con mayor impacto, y sabemos que más del 70% de los trastornos mentales se originan en la infancia y la adolescencia, por lo que es clave poner el acento en la prevención”, señala.

Más diagnósticos de autismo y TDAH

Sobre si se diagnostica más o la salud mental es peor, Ramos Quiroga explica que hoy se dispone de más conocimiento y recursos. “Hay casos de TDAH que ahora diagnosticamos en la edad adulta, que ya existían pero habían pasado inadvertidos”, afirma. “En el caso de los niños, factores como el aumento de la prematuridad, que ha crecido un 10%, o el retraso en la edad de tener hijos inciden en el riesgo de autismo y TDAH”, añade.

Asimismo, la apertura en 2006 del Centro de Atención y Seguimiento (CAS) de drogodependencias Vall d’Hebron puso fin a los casos de contagio de hepatitis C entre la población drogodependiente.

Todo ello ha consolidado una manera de entender la salud mental más compleja y precisa, que ya no se limita a poner nombre a los síntomas, sino que integra biología, experiencias vitales y entorno social. Un enfoque que ha transformado la práctica clínica y que explica cómo, en solo 25 años, la psiquiatría ha pasado de ser un servicio inexistente a convertirse en una de las columnas asistenciales del Hospital Universitario Vall d’Hebron.